La batalla final de esta absurda aventura. (Versión para móviles)

Satsky, Gato y Misha-Chan estaban allí, atrapados en la jaula, mientras yo, arriba, observaba como nos íbamos acercando poco a poco a la montaña Tupé. Mi objetivo estaba a punto de cumplirse.

- Bueno, ¿Y ahora qué? - Dijo Satsky. - No podemos salir de aquí así como así, no tenemos llave, ni algo para quitar la cerradura, ni nada.

Tanto el Gato como Misha-Chan la miraron con incredulidad.

- Satsky, podemos salir de esta muy fácilmente. ¿Es que no vea tus posibilidades? - Le dijo Misha-Chan

- ¿Y cuales son esas posibilidades? A no ser que uno de nosotros quepa por la rendija de la jaula o tengamos algo que sirva para abrir el candado, dudo mucho que salgamos de aquí.

- Ejem. - Carraspeó el gato desde fuera de la jaula.

Satsky lo miró, uso cara de extrañeza, miró los barrotes de la jaula, comprobó su tamaño y lo volvió a mirar.

- ¿¡Tú cabes por los barrotes?! - Le preguntó incrédula, pues los huecos eran muy estrechos y había supuesto que el gato no cabría por ahí.

-Por supuesto que quepo, soy un gato. - Le reprimió. - Los gatos hacemos estas cosas ¿Sabes?

- Ya, ya me he dado cuenta... - Se quedó unos segundos pensativa. - Espera, que me lo veo venir. Misha, no me dirás qué tienes algún modo de salir de aquí.

- Mira tu navaja. - Sonó desde el altavoz. Su voz sonaba resuelta y orgullosa.

Ahora, la navaja en vez de tener dos látigos tenía una lima y unas ganzúas para abrir puertas y romper barrotes, lo que ella prefiriera.

- Que eficaz. - Se dijo a Satsky a sí misma.

Optó por utilizar las ganzúas y salió de la jaula a los dos minutos.

- Ya era hora. - Le dijo el gato desde el trono de Bymac (MÍ trono).

- Calla. Podrías hacer ayudado. - Le dijo Satsky.

- No se cómo.

Y dicho esto, Satsky y el gato empezaron a subir hacia la cima de la torre para detenerme. Lo que no sabían es que ya estábamos a punto de llegar.
Justo cuando llegaron a la última planta, la torre aterrizó justo en la entrada de la cavidad que daba a la cueva donde estaba el objeto sagrado. Carlitos y yo saltamos hasta allí sin mucho esfuerzo y en fantasma nos siguió flotando. Mientras tanto, Satsky había buscado algún modo de no perder el equilibrio y el gato se había apoyado en su pierna.
Carlitos, Fantasma y yo avanzamos por la cueva. Estaba llena de hileras de rocas increíblemente delgadas que parecían pelos. Una visión bastante asquerosa. A medida que avanzábamos se iban haciendo cada vez más y más grandes hasta que finalmente desaparecieron y dieron el paso a una gruta enorme llena de jeroglíficos y con una escalera en cuya cima se encontraba el objeto que tanto ansiaba conseguir.
Empecé a subir poco a poco las escaleras, dejándome llevar por la emoción de la situación e ignorando todo lo que ocurría a mi alrededor. Carlitos y Fantasma detrás de mí hablaban entre ellos pero yo no los escuchaba. Llegué después de medio minuto a la cima y lo vi. Allí estaba el objeto sagrado.
Ante mí, encima de una vitrina, se alzaba una gorra encima de un cojín... Ese era el objeto sagrado.

- ¿Una gorra? - Toda la emoción del momento se fue al traste. - Bueno, mientras funcione, da igual.

Carlitos y Fantasma se pusieron a mirar en silencio hacia abajo para vigilar la retaguardia mientras yo cogía la gorra. Poco después, pasaba al lado suyo para bajar la escalera.

- ¿No te la vas a poner ahora? - Preguntó extrañada el Fantasma, que creía firmemente que si que lo iba a hacer.

- No - Dije yo. - Antes tengo que ocuparme de alguien.

Y justo cuando llegamos abajo del todo nos encontramos con Satsky, quien nos había estado siguiendo todo el tiempo.

- ¡No se la ha puesto aún! Menos mal. - Farfullaba Satsky entre jadeos.

Entonces, alcé el báculo que tenía en la mano que usaba como arma y le apunté.

- No des ni un paso más. - Le dije con el tono de voz más amenazante que podía hacer mientras le pasan la gorra a Carlitos.

Satsky, que estaba exhausta de haber venido corriendo, alzó la cabeza y me miró con cara de fastidio. Entonces de su cuerpo, una voz que no era la suya exclamó lo siguiente.

- ¿Y si no qué?

El cuerpo de Satsky se empezó a mover solo de nuevo. Ella se dejó llevar, tal y como la vez anterior. Su navaja ya no tenía ni látigos ni ganzúas. En vez de eso tenía un puñal digno de una navaja de delincuente.

- Si no... - Seguí yo. - Tendrás que vértelas conmigo.

- Desafío aceptado. - Dijo Misha-Chan desde el móvil.

Los dos entonces empezamos a correr. Intenté lanzarle bolas de energía, que es mi principal fuente de ataque como hechicero que soy, pero de poco servía, pues Satsky las esquivaba grácilmente y sin apenas dificultad. Mientras luchábamos, le hice señas a Carlitos para que llevase la gorra a la torre, pero el Gato lo captó también y lo frenó lanzándose sobre él y atacándolo con arañazos. El fantasma se materializaba de un lugar a otro sin saber muy bien si ayudarme a mí o ayudar a Carlitos. La batalla parecía ir a favor de Satsky continuamente. Al final, nuestra odiosa protagonista transformó la navaja en un bate de béisbol y, de un batazo, lanzó a tomar viendo mi báculo. Desprovisto entonces de mi arma, ordené la retirada a mis secuaces a través de un portal demoníaco encima de la escalera y empecé a correr hacia allí. Fantasma agarró el báculo y Carlitos trató de huir también, pero el Gato no le soltaba.

- ¡Gato! ¡Haz que suelte la gorra! - Le gritó Satsky.

Finalmente, y de un arañazo, Gato le arrebató la gorra a Carlitos. Él no perdió el tiempo y empezó a correr hacia el portal que había hecho.
Cuando llegué arriba del todo y vi el portal, dejé que Fantasma y Carlitos pasaran primero. Entonces fue cuando me di cuenta de que había perdido.

Me asomé al fondo. Donde Satsky y el gato estaban mirándome, y exclamé lo siguiente.

- Puedes que me hayas ganado esta vez, Satsky la aventurera, pero esto no acaba aquí. La victoria finalmente será mía. - Me di la vuelta y entré en el portal, apareciendo de momento en mi cámara en la torre. - Solo es cuestión de encontrar otra cosa que robar.

Entonces la torre despegó y nos fuimos, sumidos en nuestra nueva derrota.

Por otro lado, aún en la cueva, Satsky y Gato llegaron a la cima de la escalera y colocaron la gorra encima del cojín de nuevo.

- Bueno. Pues ya está. - Se dijo a sí misma Satsky. - Primera aventura superada.

Y justo entonces una luz la deslumbró.

Lo siguiente que vio es que se encontraba en la casa del viejo. Él estaba enfrente suya, aplaudiendo.

- Bravo, bravo. Muy bien hecho. Así se hace. Como debe ser.

Satsky, perpleja, miró hacia los lados.

- ¿Cómo he llegado aquí?

- ¿No te lo dije ya? Magia demoníaca. Anda ven, que quiero enseñarte cuál es tu premio por hacer vencido al malvado Bymac.

El viejo la agarró del brazo y la guio hasta el cuarto donde había dormido la otra noche. El gato, que también había aparecido allí, los siguió.
Cuando llegaron, vieron que, sentada en la cama, había una chica. Estaba con la cabeza gacha y sin moverse, ni siquiera respiraba.

- Dile hola a tu nueva compañera. - Dijo el viejo.

Y entonces el cuerpo movió la cabeza bruscamente y miró a Satsky. Se levantó y se acercó de un salto.

- ¡Ya verás como ahora sí que seremos amigas! - Le dijo agarrándola de las manos.

Se dio cuenta que tanto la ropa como la cara eran las mismas que las del avatar de Misha-Chan en la aplicación.

- Con esto, Misha-Chan versión robot, el gato y tú podréis hacer las misiones más fácilmente.

Satsky estaba incrédula.

- Creí que ya había acabado.

- Oh, por supuesto que no, ¿Quién sabe cuándo volverá Bymac a hacer de las suyas?

Y fue en ese precioso instante en el que Satsky se dio cuenta de que aquello solo era el principio de sus aventuras.



Y desgraciadamente para vosotros pero afortunadamente para mí, este es el final de la historia. Espero que haberos tenido esperando otro medio año más haya merecido la pena.

Pero no todo acaba aquí.

Las aventuras de Satsky continuarán próximamente...

Hasta la próxima.


Primera parte

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