Peinados estrambólicos de esta absurda aventura. (Versión para móviles)

- Pero vamos a ver. ¡¿Alguien me puede explicar por que no hemos aparecido en el capítulo anterior?! - Dije yo al terminar de leerlo en el móvil. - ¡Ha sido un capítulo aburrido!

- ¿Y qué quieres que le haga? - Preguntó el fantasma desde el otro lado de la habitación. - A mi me dijeron que no podíamos aparecer ahí.

Suspiré indignado.

- Vale, pon la opening que dijiste que habías hecho.

El fantasma cogió un mando a distancia y le dio al play. Apareció el siguiente video.


- ¡PARA EL VIDEO! - Le grité al fantasma. - ¿Es que quieres que nos metan una denuncia por copyright?

- ¿No dijiste que querías una opening nuestra?

- Si que la quería. ¡Pero no que cogieras la de una serie japonesa y pusieras nuestras caras!

- ¿Y que quieres que haga?

Me puse la mano en la cara preguntándome por qué había empezado a hacer estas cosas.

- Mira, no pasa nada. Deja eso ahí, pero no lo uses más.

- Vale. Ji ji ji.

Cogí el walkie talkie para hablar con Carlitos.

- ¿Cuánto falta para la montaña Tupé? - Le pregunté.

- Llegaremos en una hora, aproximadamente.

- ¡Ay! Menos mal que ya queda poco.

Y así continuaba mi llegada a la montaña tupé para poder conseguir ese objeto sagrado. Mientras tanto, Satsky ya casi había llegado a Ciudad Afro y había estado discutiendo con su nuevo asistente personal todo el camino. Cuando llegaron. Vieron que la gente de por allí era un tanto... Peculiar. Llevaban peinados tan estrambóticos que dejarían el soso pelo de Satsky como una simple peluca. Y la miraban mal por ello. Ella, por lo pronto, decidió ir por los callejones, donde se suele juntar toda la chusma que los ciudadanos también miraban mal. Así podría pasar algo desapercibida y si encontraba a alguien le preguntaría por la montaña que estaba buscando.

- ¿Por qué no quieres que seamos amigas? - le preguntaba con tono triste su asistente mientras iban por un callejón bastante bien iluminado.

- Porque no. Déjame. - Dijo ella con todo cansado e impaciente.

- Pero podríamos llevarnos bien.

- ¿A si?

- ¡Sí! Podemos hablar de secretos entre nosotras, de cotilleos... De tus intereses amorosos. - Aquello último lo dijo con una voz sugerente.

Satsky no era capaz de hacer que aquella cosa se callase. Había intentado desinstalar la aplicación, pero estaba puesta como si de un virus se tratase. Además, la vocecilla aguda de Misha-chan la ponía de los nervios.

- No creo que quieras saber mis intereses amorosos. - Le respondió después de pensar un ratito.

Al cabo de un rato, en una de esas calles solitarias, encontraron a un mendigo a punto de quedarse calvo. Estaba ocupado tallando un palo de madera para que saliera una estatua parecida a esta:


Como no parecía nada del otro mundo fueron a preguntar si sabía donde estaba la montaña tupé.

- ¿La montaña tupé? - El hombre miró a Satsky y empezó a reir suavemente - ¡¿La montaña tupé?! - La risa se intensificó.

El hombre acabó riéndose a carcajada limpia y parecía que nada iba a hacerlo parar.

- ¿Pero sabe donde está o no? - Le preguntó Satsky.

El hombre la volvió a mirar y siguió riéndose aun más fuerte.

- Bueno... Creo que me voy a ir...

Y mientras se daba la vuelta para irse por donde había venido vio que había tres chavales de unos 25 años cada uno cortando la calle. Todos ellos llevaban alguna arma de mano (como un bate, un palo de hockey o un desatascador) y también unos peinados de tupé que sobresalía medio metro de la cabeza tal que así.



(lo vi en un anime y me pareció perfecto)

Estaban mirando al hombre y a Satsky con cara de asco, pero después el que iba en medio se adelantó y en su cara se dibujo una sonrisa malvada. Entonces el mendigo paró de reirse, miró a los tres delincuentes y soltó la carcajada más fuerte que todos los allí presentes habían allí presente se asustaron.

El delincuente líder intentó recobrar su compostura y trató de hablar con tono amenazante.

- ¡EJEM! ¿Qué hacen un calvo rancioso y una pelopasto en nuestro territorio? ¿Es que queréis que os demos una tunda?

¿Una tunda? La palabra tunda no se usa desde hace años. Es más vieja que los tupés que llevaban aquellos tipos. Sin embargo, quitándoles el aspecto ridículo que tenían parecía que podían infundir mucho respeto. O al menos eso parecía hasta que el mendigo empezó a toser de los fuerte que se estaba riendo.

- ¡JA JA JA! ¡UNA TUNDA DICE! - El pobre hombre estaba empezando a llorar de la risa. - Qué gracioso. ¡JA JA JA!

- Que alguien calle al rancioso. - Dijo el delincuente líder.

Al momento uno de sus compañeros, el que llevaba el desatascador, trató de ponerle su instrumento en la boca amortiguar su risa.

- En cuanto a ti... - Dijo el líder volviéndose hacia Satsky. - Te enseñaremos lo que es pelo de verdad.

- Eso ya lo veremos, castañoso. - Le respondió una voz que salía del cuerpo de Satsky, pero no era ella.

Los delincuentes soltaron sus armas, se pusieron lo más cómodos posibles y realizaron una pose de batalla.

- Por el poder del combate de pelo capilar... - Empezaron a susurrar todos.

Sus tupés empezaron a moverse y a retorcerse como si de lombrices se tratase. Entonces una de esas melenas fue directa a aplastar a Satsky. Sin embargo, ella los esquivó casi sin esfuerzo. Como si algo hiciese que se moviese. Se sorprendió al darse cuenta que ahora en una mano tenía la navaja no suiza que se había llevado de casa y que según el viejo ahora se adaptaba al tipo de combate de donde sea que fuese. En la otra, sin embargo, tenía su móvil con la aplicación de Misha-chan abierta.

- Técnica secreta del pelo navajal. - Dijo una voz desde el móvil.

¿Navajal? ¿Qué significa navajal? Esa palabra ni siquiera existe. Y lo más raro no era eso, si no que su móvil hablase como si fuera ella.

- Látigo postizo. - Dijo la voz.

Y sin quererlo el brazo que tenía la navaja se levantó y de esa salieron dos látigos de lo que parecía ser pelo que empezaron a atizar a los delincuentes.

- ¿Qué es esto? - Decía uno de ellos.

- Es más fuerte de lo que creíamos. - Le siguió otro.

- Callaos imbéciles. Atacad. - Les replicó el líder a sus dos compañeros.

Después de esas tres frases genéricas empezó una cruenta lucha entre tupés y látigos de pelos. Satsky evitaba todos los golpes que les lanzaban los delincuentes, aunque solo se estaba dejando llevar. Los otros no tuvieron la misma suerte, ya que acabaron llenos de polvo y con muchos rasguños a causa de los latigazos.

- Se acabó, ¡retirada! - Gritó el líder cuando ya se cansó de ir perdiendo todo el rato.

Y claro, durante todo esa contienda el mendigo se había estado riendo como un loco de los divertido que resultaba ver a cuatro personas pelando con pelos.

A todo esto, Satsky aun no sabía como funcionaba todo aquello del móvil con la voz extraña y la navaja peluda. Fue a ver la pantalla del móvil para ver si podría encontrar alguna respuesta a sus preguntas y encontró esto.



- Lo hemos hecho bien, ¿verdad, Satsky? - Le dijo Misha-chan con una voz mucho más grave de lo habitual.

Al instante empezó a brillar y se transformó en lo que era antes.

- Me encantas las peleas así. Repitamos, ¿vale? - Le dijo poniéndose la mano en pose de victoria sobre la cara.

Satsky se quedó sin habla. No tenía ni idea de que esa molesta inteligencia artificial pudiera hacer aquello.

- Tu... Tu... ¿Cómo has hecho eso? - Preguntó aun perpleja Satsky.

- Estoy conectada con la navaja para poder mover tu cuerpo en situaciones peligrosas. Así no tendrás que sufrir. - Su cara se acercó mucho a la pantalla del móvil. - Porque eso es lo que hacen las amigas.

Y dicho esto guiñó un ojo soltando un pequeño "iji" (una risita). Satsky guardó el móvil y la navaja en el bolsillo para no tener que hablar más.

Justo en ese momento el mendigo dejó de reírse y empezó a hablar.

- Así... Así que quieres ir a la montaña Tupé. - Dijo aun entre risas.

- Sí. - Le respondió Satsky, creyendo que por fin alguien le diría donde estaba esa dichosa montaña.

- Ay. Sí. - Se levantó. - Ven, sígueme.

Caminaron hasta una calle donde los edificios no eran muy altos.

- ¿Ves aquella montaña de allí que tiene forma de pelo afro? - Le preguntó el mendigo.

- Sí. - Respondió ella.

- Pues esa es la montaña Afro. La montaña tupé es esa de allí. - Dijo señalando a otra montaña.

- Ah. Muchas gracias señor, ya me voy.

Y así Satsky se dirigió a la montaña tupé después de dos capítulos yendo de un lado para otro sin un destino fijo. ¿Conseguirá frenar al malvado Bymac antes de que ocurra la maldición? ¿Podrá aceptar a Misha-chan como una buena aliada? Todo eso y tal vez algo más en el próximo capítulo de El Absurdo Diario de una Aventurera Mediocre. No os lo perdáis el próximo domingo.


Foto de alguien con insomnio de regalo.

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